jueves, 31 de enero de 2008

18. El adios a mi padre

Era la madrugada, yo estaba en el campo con mi tío y mi abuela. Ella durante el día había estado tirando sal en los esquineros del cerco de la casa, porque "los chimangos revoloteaban alrededor"(presagio de cosas malas).
Alguien golpea muy fuerte las manos y las celosías, mi tío se levanta de su cama para atenderlo, habla unos instantes.
Me manda a cambiar, asismo a mi abuela, tomamos la camioneta y nos dirigimos a Tristán Suárez, a toda velocidad.
Al llegar a mi casa, veo muchísima gente en la sala de espera y afuera de la casa, más de la habitual para un día de consultorio, también observo flores en el garage. Muchos de ellos lloraban, pero era habitual cuando llegaba un accidentado.
En mis pensamientos, concluí, que eran nuestros vecinos que venían a saludarnos, porque nos íbamos de vacaciones a Mar del Plata ya que estrenaríamos un nuevo departamento.
Al ingresar alguien me toma de la mano, me dice: ¡Vení Tonito!, subo a la habitación de dos camas, encuentro muchas personas allí. Sentada en un de ellas estaba mi madre, llorando, nunca antes la había visto llorar, sin incorporarse me abraza gimiendo con palabras que salen del más profundo sentimiento, dice: "¡ Hijo querido tu padre ha muerto !", lo repite, no podía soltarme.
Yo tenía cinco años y medio, sabía que se morían las vacas, ovejas, pájaros u otros animales que había visto sus cadáveres u osamentas en el campo, así tambien coleccionaba sus huesos. Pero nunca imaginaba que las personas morían. La muerte era como un cuentito.
Luego de ésto, me llevarnon al consultorio donde velaban los restos de mi padre, alguien me ayudó a subirme y le di un beso en la mejilla. Me dio la impresión de estar dormido, y como descansaba poco por la atención de sus pacientes, lo quería dejar tranquilo.
Fué la última vez que lo ví.
Luego llegaron unos autos negros; todos se fueron, yo me quedé.
No fué hasta casi un año después tomé conciencia de la muerte de mi padre. Para el día del padre estando en primer grado, todos preparaban el regalo, pero a mí me dice, mi maestra, una monja: ¡ Tu papá no está mas con nosotros, lo podes ver en una estrella en el cielo, porque él te está mirando y te cuida!